viernes, 4 de mayo de 2012


          Só
lo con el corazón se puede ver bien... Lo esencial es invisible a los ojos..
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"Pronto fui comprendiendo tu pequeña vida melancólica...
...Tu mayor distracción era la suavidad de las puestas de sol"








Hoy me apetecía volver a leer El Principito. Me hacía falta una dosis de inocencia infantil, de ver el mundo desde otros ojos.

Este libro es una de las historias más especiales jamás escritas; una especie de lente que nos devuelve el mundo visto a través de la inocencia y la candidez, pero muchas veces también de la lógica aplastante de los ojos de los niños, cosa que jamás deberíamos olvidar.

Es un cuento de niños para adultos, que habla de amor, de amistad, de lealtad, de generosidad, de cómo las cosas se hacen especiales para cada persona según su vinculación con ellas, pero también de la soledad y los vicios del hombre adulto, de su incapacidad para ver el mundo con los ojos del corazón, de la nostalgia de los valores perdidos.

Un libro que marca, para leerlo e irlo redescubriendo cada cierto tiempo, para recordar cada día un poquito la niñez perdida.
Para aprender a ver elefantes dentro de una boa, a escuchar reírse las estrellas, a proteger a nuestra flor del cordero que pueda comerla, a girar nustra silla para ver la puesta de sol, a llorar en las despedidas pero también de ese modo hacer especiales algunos momentos.
Para enamorarnos del Principito e intentar ser un poco más como él, para hacerlo nuestro amigo, nuestro consejero, para tenerlo siempre a nuestro lado y sobre todo no olvidar ese niño que alguna vez todos hemos sido y todavía vive dentro de nosotros. 

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